jueves, 12 de agosto de 2010

CÍA - JABAD LUBAVITCH - DAICHOWSKI - OTROS

CONJETURAS DESCABELLADAS
PARTICULAR ANÁLISIS SOBRE JABAD LUBAVITCH



“Corren tiempos extraños para ser judío” –expresión recurrente de algunos personajes de la novela titulada El sindicato de policía yiddish (1) de Michael Chabon (pronunciémoslo Shaybon). Expresión que también podrían utilizar David Harari (2) y Teodoro Rubén Potaz (3) en nuestro país, ambos miembros de la comunidad judía local y víctimas de las escabrosas maniobras realizadas por una poderosa secta de ese mismo origen.

David y Teodoro hoy están alejados de sus hijos y luchan con denuedo por recuperarlos, pero el enraizamiento de los zarcillos de la secta Jabad Lubavitch en la trama de las instituciones y el poder es muy sólido y solapado como para que puedan lograrlo en condiciones normales
.

Luego de leer los artículos publicados en Periódico Tribuna y en La voz y la opinión en que se denuncian los casos de Harari y Potaz me llamo a la reflexión, el tema: ¿qué persigue una secta incautando niños y niñas a padres pertenecientes a su mismo grupo cultural o étnico? Las conjeturas pueden ser muchas y, por esas asociaciones que realiza el intelecto cuando uno tiende a reflexionar, relacioné estos artículos con dos libros. El primero de ellos es la novela ya mencionada de Chabon y el segundo es una obra titulada “Jesús y Yahvé. Los nombres divinos” de Harold Bloom. (4)

La novela de Chabon es una lograda ucronía con trama policial en la que el Estado de Israel no se funda en 1948, por lo que grandes contingentes de judíos sobrevivientes de la segunda guerra fueron trasladados a Sitka, Alaska, en donde se funda un territorio judío transitorio. En este presente alternativo, en Sitka, un detective, Meyer Landsman y su compañero-primo, Berko Shemetz, deben resolver un asesinato. El del hijo yonqui del gran rabino de la secta Verbover y, probablemente, el Tzaddik Ha-Dor, “el más justo de su generación”, mesías en potencia.

En la obra, la secta Verbover, muy similar a la Jabad Lubavitch en su origen, historia y estética, ha extendido sus tentáculos a diversos negocios en los que no faltan las actividades delictivas de toda índole, la isla Verbov es casi una zona de exclusión para la policía de Sitka. Por intervención de un judío laico, Alter Litvak, colaborador de los servicios de los EEUU, ultra-maquiavélico, el gran rabino acuerda participar de un plan para recuperar Palestina para los judíos, demoler el santuario islámico Qubbat As-Sajra, la Cúpula de la Roca, en Jerusalén y restaurar el antiguo Templo. En este punto la trama policial deviene a trama política. Una urdimbre que puede tener mucho de real.
Que un presidente de EEUU evangelista (de esas nuevas religiones estadounidenses que tan bien describe H. Bloom) trate de acelerar el fin de los tiempos para lo cual apoya a un grupo de judíos mesiánicos, deseosos de precipitar la llegada del mesías, para que vuelen el conflictivo santuario, generando así la Tercera Guerra, el Armagedón, suena a historia descabellada conocida. En la novela de Chabon, el presidente estadounidense está por revocar el territorio transitorio de los judíos en Sitka, los apremia.

Louis Sahagun de Los Angeles Times, en un artículo publicado en junio de 2006 titulado “Fin del mundo”, expone: “De acuerdo a varias encuestas, un 40 por ciento de los estadounidenses creen que una secuencia de acontecimientos que presagian el fin de los tiempos ya está en camino (...)
Para los cristianos, el futuro de Israel es la clave de cualquier guión para el fin de los tiempos, y varios grupos se están acercando a los judíos -haciendo proselitismo entre ellos- para fomentar la Segunda Venida.”

En el mismo artículo Sahagun informa además: “El evangélico John C. Hagee, de los 19 mil miembros de la Iglesia Fundamental de San Antonio, ha ayudado a 12 mil judíos rusos a trasladarse a Israel, y donado varios millones de dólares a hospitales y orfelinatos israelíes.”

", dice Hagee, refiriéndose al momento poco antes de la venida de Jesús cuando los verdaderos fieles del mundo serán transportados al cielo.”

", dice Hagee, que lleva un chal de oraciones judíos cuando sirve su ministerio.”

En otro caso denunciado en Periódico Tribuna (5), el de Alberto Martínez, casado con Silvina Daichowski, interviene la Jabad Lubavitch y una asociación civil que opera tras el rótulo de Iglesia Evangélica Fuente de Vida.


La vaquilla roja y las historias descabelladas

Historias descabelladas abundan en las crónicas de la civilización humana. Bina Gelbfish, ex esposa y actual jefe de Meyer Landsman en la ucronía de Chabon, las detesta. Y la historia que le cuenta su ex esposo acerca de las andanzas de los verbovers con Alter Litvak incluye un centro de entrenamiento en Alaska en el que además de preparar jóvenes para el gran golpe, se crían vaquillas con el afán de que una de ellas sea cien por ciento roja. A ella eso le parece el colmo de lo descabellado. “Mala suerte… que te gusten las explicaciones simples en un mundo lleno de judíos”, le responde reb Litvak a la inspectora.

Siguiendo a las Escrituras, sectas judías creen que el sacrificio de una vaquilla roja pura contribuiría enormemente a la llegada del Mesías y restaurador del Templo. Cito a Louis Sahagún, del artículo antes mencionado: “Luego está Clyde Lott, un ganadero y predicador evangélico de Mississippi. Está tratando de reunir una manada única de vaquillas rojas para satisfacer un oscuro mandato en el Libro de los Números: el sacrificio de una vaquilla roja, sin manchas, para los rituales de purificación que son necesarios para allanar el camino del mesías.

De momento, sólo una de sus vacas ha sido confirmada por los rabíes como adecuada, lo que quiere decir que no encontraron en el cuerpo animal tres pelos negros o blancos.”

Harold Bloom escribe: “En el año 2004, mientras escribo este libro, lo único que podemos esperar es que (Yahvé) no vuelva a exigir su Templo otra vez, pues su emplazamiento lo ocupa la mezquita de Al-Aqsa, y ya tenemos suficientes guerras religiosas sin lo que podría acabar siendo la catástrofe final.

Los celotas que hay en Jerusalén y desperdigados por el fundamentalismo protestante estadounidense conspiran incesantemente para destruir esa inconveniente mezquita, y en los Estados Unidos se están criando novillos convenientemente puros y rojos para futuros sacrificios con los que atraer de nuevo a Yahvé a los terrenos de su templo.”

Menciono toda esta verificada locura sólo para confesar la incómoda mengua de mi escepticismo en relación con Yahvé. Dudar de su continuada existencia es un ejercicio racional, pero es que no se trata de una entidad estática, el igual que el Dios Padre cristiano. Su temible dinamismo hace que incluso sus ausencias se conviertan en fuente de agitación.” (6). El desatino está en marcha




Todo se trata de contar historias




El agente de la C.I.A. Cashdollar, personaje de El sindicato… en las postrimerías de la novela le dice a Landsman: “Estamos contando una historia(…) ese es nuestro trabajo.” Contar historias es para ese hombre y para los que él trabaja, hacer que de verdad ocurran. En la novela, Cashdollar, es uno que desea que llegue el final de los tiempos y “opera” para que eso suceda.

Constantemente nos están contando historias. A algunas les damos crédito a otras no. A las que les damos crédito las repetimos, a veces hasta el hartazgo. Eso es lo que hace que las historias acontezcan.

Conjeturando que miembros de la secta Jabad Lubavitch sean afines a los dislates antes descriptos, la historia que se me ocurre, es que las maniobras que ejecutan en casos como los de Harari, Potaz y Martinez-Daichowski tienen como objeto captar oyentes para contarles una historia. Una versión que se adecue a sus propósitos.

En la historia que a mí se me ocurre los lubavitchers implicados reclutan almas> carne y sangre para que cumplan un rol en la historia que se les ha impuesto. Niños y niñas que van a ser educados, adiestrados, programados con una sola visión del mundo. Una visión sustentada por viejos odios y rencores, puesta en la catástrofe y en el colapso de la sociedad humana tal como la concebimos hoy.
Es, sin duda, una historia cruel.

Luis Mazzarello
luismazzarello@yahoo.com.ar
Especial para Tribuna de periodistas

Notas:

(1) Chabon, Michael. El sindicato de policía Yiddish – 1º edición – Buenos Aires: Mondadori, 2008.

(2) Sanz, Christian. La pesadilla de David ¿Cuándo se acabará el negocio judicial de las falsas denuncias? – Periódico Tribuna de Periodistas, 12 de abril de 2008.

(3) La Historia que no se cuenta – La voz y la opinión.

(4) Bloom, Harold. Jesús y Yahvé: los nombres divinos – 1º edición – Buenos Aires: Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, 2006.

(5) Sanz, Christian. Los perversos Jabad Lubavitch. De sectas y desaparición de personas – Periódico Tribuna de Periodistas, 7 de enero de 2007

(6) Bloom, Harold. Op. Cit.





















A pesar de esto —de una relación de pareja sin mayores problemas conyugales— un día Silvina desapareció sin dejar rastro y sin excusarse siquiera. Al mismo tiempo, comenzó la pesadilla de Alberto para intentar encontrar a su mujer, motivo por el cual hizo una denuncia en la Justicia por "desaparición de persona". Fue el principio de otra serie de eventos extraños.
Lo primero que llama la atención es que, a poco de sustanciarse el pertinente expediente, apareció una "supuesta" Silvina Daichowski en el juzgado y, sin presentar el documento pertinente que acreditara su identidad —argumentando que se le había roto—, declaró que había abandonado su hogar por propia voluntad. No sólo es sospechoso que "esta" Silvina no utilizara un documento alternativo, sino el hecho de que la Justicia no le exigiera prueba alguna de su identidad.
Por si esto fuera poco, la declaración efectuada fue firmada con un garabato totalmente diferente al que solía utilizar Silvina para refrendar su identidad. A punto tal, que un peritaje caligráfico determinó que no era su signatura.
Insólitamente, tampoco dejó domicilio alguno donde poder ubicarla y su declaración fue efectuada cincuenta días después de haber "desaparecido".


Línea de tiempo

Para poder saber qué sucedió con Silvina hay que hacer un ejercicio típico de la investigación básica: recrear las horas y días previos a su desaparición: "Poco antes de evaporarse, Silvina sufrió el acoso permanente por parte de dos grupos bien diferenciados, o quizás no tanto: por un lado gente de la secta judía Jabad Lubavitch y por otro su propia familia", aseguró a este periodista Alberto, su ex concubino. Esos aprietes, según pudo saberse luego, se sumaban a diversos tipos de amenazas que sufrió durante meses y en las cuales le anticipaban que le iba a "pasar algo" y que no la iban a dejar "vivir en paz".
No faltaron otros ingredientes a este culebrón: raros llamados al teléfono familiar y la visita de misteriosos personajes que, con su mera presencia, imponían temor a la familia. Esto fue una constante hasta último momento. Eso sí, cuando desapareció Silvina, desaparecieron las presiones. Todo un dato.
Prosigue Alberto: "Algunos días después de que dejamos de tener noticias de mi esposa, cuando yo no conocía ni sabía qué era aquel lugar (la sede de Jabad), al localizar al padre de ella (de Silvina) me dice que el no sabía donde estaba, pero que la tenía la madre con 'los Lubavitch'. La verdad que en aquel momento no le creí, pero recuerdo que me dio ese nombre ya que le pregunté quiénes eran. De manera un tanto confusa me explicó que a él le daban medicamentos y que le habían dicho para presionarlo que si seguía sin ver a su hija se los iban a sacar. Bastante tiempo después de que lo llamaran a declarar, cuando volví a verlo, negó haberme dicho nada de eso, lo que me sorprendió".
A efectos de poder profundizar esa línea de investigación, este periodista intentó hablar con gente de Jabad Lubavitch, pero no lo logró. A la negativa de hablar sobre el tema, se agregó la amenaza de una querella penal —y de otro tipo— en caso de publicar algún artículo periodístico contra ellos.
Lo que en principio fue tomado como una humorada por quien escribe estas líneas, dejó de serlo cuando descubrió qué clase de gente son los Lubavitch. Considerada una verdadera secta dentro del judaísmo, esta organización posee 3.000 centros distribuidos en más de 70 países a nivel mundial. En la Argentina posee 28 sedes en seis provincias y se estima que cuenta con unos 10.000 seguidores. Según cuenta diario Perfil, es un movimiento que nació "hace más de 230 años en el pueblo bielorruso de Lubavitch, el movimiento tuvo su despegue local a mediados de los 90, bajo la mirada crítica y por momentos desconfiada del resto del judaísmo vernáculo. Sucede que sus miembros se definen por la fidelidad extrema a la palabra de la Torá (los cinco primeros libros de la Biblia).
Pero a diferencia de la ortodoxia a secas y a pesar de que muchos de los hábitos seguidos por sus miembros puedan parecer medievales, Jabad trabaja con la tecnología más moderna, desde revistas y programas de televisión hasta un importante sitio de Internet y la lectura de rezos en la pantalla de una palm."
Esa es el costado más conocido de la secta, pero posee uno más oscuro vinculado a la recaudación furiosa de dinero, a cualquier precio y bajo la fachada de la supuesta "ayuda social". "Fijáte que están metidos en todos los 'quilombos' en los que aparecen involucradas personas de la colectividad judía, como fue en su momento el tráfico de diamantes", aseguró un poco conocido rabino a este medio con gran preocupación y temor.
Y es que la mera mención de los Jabad a la hora de buscar entrevistados cierra todas las puertas. "Vos no sabés el poder que tienen estos tipos, te diría que dejes tu investigación de lado", advirtió uno de los pocos que se animó a hablar.


Perfume de mujer

Decíamos que, pocas semanas antes de desaparecer, Silvina era acosada por diversas personas que repentinamente aparecieron en su vida. Una de ellas era una mujer que había trabajado con ella una década antes y de pronto comenzó a aparecer "casualmente" una y otra vez en el camino de la pareja. No casualmente, es de la casa de esta misteriosa mujer que desapareció Silvina.
"La mujer de la casa de donde desaparece no era amiga de ella, sólo la conocía de un trabajo y hacía más de diez años que no la veía. Sin embargo durante mucho tiempo quedó en el expediente como el único nexo para 'ubicarla'. En los últimos días previos a la desaparición, ella encontró a esta mujer varias veces en distintos lugares muy distantes unos de otros de manera aparentemente casual, situación tan repetida que hasta llamó la atención de mi esposa, quien me lo comentó. De hecho, es por eso que tras buscar en varios lugares yo llego a ese departamento en el cual primero durante varios días me negaron conocerla", aseguró Alberto en una de las entrevistas sostenidas con este periodista.
Más adelante, aportó un dato que sería el disparador esencial para empezar a entender lo sucedido: "mucho tiempo después notamos que Jabad quedaba en la misma manzana de la casa de la cual Silvina desaparece, con lo cual empezamos a entender las versiones que nos llegaban sobre este grupo."
Efectivamente, el dato aportado por Alberto era real, ya que la central de Jabad Lubavitch está ubicada en la calle Agüero 1164 de esta Capital Federal, justo a la vuelta de su casa. Lo que no sabía el cónyuge de Silvina es la relación entre su suegra, Catalina Rebeca Wirkierman, y este mismo grupo, el cual a su vez estaría relacionado con otra secta —en este caso evangelista— llamada Fuente de Vida.
No casualmente, la única vez que Silvina apareció en el juzgado donde se investiga su desaparición lo hace acompañada por personeros de este último grupo.


Fuente de ¿vida?

Fuente de Vida es una "asociación civil" —CUIT 30-70705090-6— que esconde detrás de su fachada de iglesia evangelista una peligrosa secta que esclaviza a algunos de sus miembros y se aprovecha económicamente de otros. Uno de los que comanda sus actividades es el pastor Christian Grillo, a cargo de la parte administrativa del lugar.
En el año 2006, este periodista intentó llegar a él a efectos de verificar la posible presencia de Silvina en ese lugar. Con una batería de preguntas y armado de paciencia se dirigió a la calle Eva Perón 3932 de esta Capital Federal, sede de Fuente de Vida. Allí pudo hablar con diversos concurrentes a las ceremonias del grupo evangelista, los cuales identificaron positivamente una colorida foto de Silvina como asidua asistente a ese mismo lugar.
"Sí, esta chica venía seguido por acá, ahora hace bastante que no la veo, pero siempre venía. Tenía otro color de pelo, pero es la misma persona sin dudas", aseguró un humilde seguidor del pastor Grillo. Lo mismo fue confirmado por otras personas presentes, lo cual despertó las esperadas sospechas de uno de los encargados de la seguridad del lugar. "¿Por qué no te vas, flaco? Antes de seguir preguntándole a la gente averiguá por qué Silvina lo dejó al marido, ella nunca estuvo acá contra su voluntad. Igual ya no está más", aseguró el improvisado "patovica".
A esa altura era evidente que la mujer ya había sido derivada hacia otro lugar. La clave la aportó otro de los guardias del lugar, probablemente sensibilizado por la insistencia de este cronista. "El pastor a cargo de acá es un tal Emir Fures, no Christian Grillo. Grillo actualmente es pastor junto con Ricardo Cascabelos, en una Iglesia de Morón, que viene a ser una especie de sucursal. Buscála ahí a la piba", aseguró el corpulento personaje, agregando un dato final: "tienen otra Iglesia en La Plata, en la calle 54, entre 10 y 11, con otro número de CUIT (1), aunque son las mismas personas. Eso sí, yo no te dije nada".
El rastreo por los lugares mencionados no arrojó resultado positivo alguno, por lo cual —como última alternativa— se intentó hablar con la familia de Silvina. Las pocas palabras obtenidas por parte de la madre de esta, Catalina Wirkierman, fueron de total descalificación hacia Alberto, y sin posibilidad de hacer preguntas precisas.
Segundos más tarde, la comunicación se cortó abruptamente y no fue posible volver a hablar con la mujer.


Concluyendo

Algunas de las personas que han frecuentado a Silvina poco antes de que se evaporara, aseguran que tenía mucho temor de que algo pudiera sucederle y hasta existen denuncias formales al respecto. No es el único caso y, seguramente, no será el último. Hay docenas de denuncias contra Jabad Lubavitch por situaciones similares y hasta peores (2).
En el caso concreto de Silvina, basta leer el expediente judicial pertinente para ver la cantidad de irregularidades en torno a su desaparición e incluso en el marco de la instrucción de la causa.
Se hace evidente que hay un poder concreto y brutal detrás de toda esta movida, que no permite avanzar hacia el esclarecimiento de su evaporación. Es el mismo poder que genera el mencionado temor en aquellos a los que se indaga sobre Jabad Lubavitch.
En este contexto, Alberto sigue en su infructuosa búsqueda, sin saber en quién puede confiar y en quién no.

Christian Sanz

(1) La averiguación posterior arrojó el siguiente número de CUIT: 30-68458823-7

(2) Ver:http://www.periodicotribuna.com.ar/Articulo.asp?Articulo=2659 y

http://www.lavozylaopinion.com.ar/cgi-bin/medios/vernota.cgi?medio=lavoz&numero=enero2006¬a=enero2006-7







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