domingo, 8 de mayo de 2011

Leon Panetta, director de la CIA, agujeros negros y ahogamientos.

REPORTAJE: EL MUNDO DESPUÉS DE OSAMA
Torturas y agujeros negros de la CIA
Setmarian, fundador de Al Qaeda en España, secuestrado desde 2005, permaneció en manos de Estados Unidos y fue entregado a Siria. Lo revelan documentos secretos obtenidos por EL PAÍS

JOSÉ MARÍA IRUJO 08/05/2011




Se acabó un misterio, pero prevalece un caso de torturas. Mustafá Setmarian, el fundador de Al Qaeda en España, detenido en 2005 en Pakistán, entregado a la CIA y desaparecido en los siniestros agujeros negros creados por la agencia de inteligencia norteamericana, se encuentra en una prisión de Siria, según reflejan documentos secretos del Departamento de Defensa de EE UU a los que ha tenido acceso EL PAÍS. Este maestro de la yihad global, desaparecido hace seis años, es el paradigma de los métodos empleados por el Ejército norteamericano y la CIA para obtener información en la denominada guerra contra el terror iniciada por la Administración del presidente George W. Bush. Su captura hizo albergar esperanzas de que les condujera hasta la madriguera afgana o paquistaní de Osama Bin Laden, donde este último ha sido finalmente abatido.

* Fulgor y caída de Bin Laden
* Anatomía de una imagen

CIA
(Agencia Central de Inteligencia)
A FONDO

Sede:
Washington (Estados Unidos)




El sirio español ha permanecido varios años en cárceles secretas y ha sido interrogado sobre el paradero de Bin Laden.

Los 11 presos sirios en Guantánamo son discípulos de Setmarian, según se lee en sus fichas penitenciarias.

La tortura a los detenidos para descubrir al jefe de Al Qaeda ha sido reconocida por Leon Panetta, de 72 años, el director de la CIA que ha dirigido la caza y liquidación del emir saudí. Además, los servicios antiterroristas norteamericanos han practicado el secuestro y desaparición de jefes de esta organización como Setmarian, el sirio nacionalizado español, de 52 años, casado con una madrileña y padre de cuatro hijos, que alcanzó el número cuatro de la organización tras diseñar los métodos de combate de la nueva yihad y por el que el Federal Bureau of Investigation (FBI) ofrecía cinco millones de dólares, justo detrás de Bin Laden y Ayman al Zawahiri.

Las autoridades de EE UU han declinado facilitar datos sobre el paradero de Setmarian pese a las gestiones de su esposa, Helena Moreno, residente en Doha (Catar), del Gobierno español y de diversas organizaciones de derechos humanos que han denunciado su prolongada desaparición, que todavía continúa. En 2009, el FBI contestó a una comisión rogatoria del juez Baltasar Garzón con una lacónica y ambigua respuesta: "No está en territorio de EE UU". Este servicio retiró la recompensa que ofrecía por el jefe de Al Qaeda y borró su nombre de la lista de los terroristas más buscados pocos días después de su detención. "No hay mayor tortura que la desaparición de una persona. No sabemos nada de él desde hace seis años", repite una y otra vez su esposa en las conversaciones telefónicas mantenidas con este periódico.

Durante años, Setmarian ha sido interrogado en agujeros negros de la CIA por si pudiera facilitar pistas sobre el paradero de Bin Laden, de Ayman al Zawahiri y del mulá Mohamed Omar, con los que colaboró durante años en Afganistán. La última pista del terrorista sirio condujo hasta un barco prisión del Ejército norteamericano en su base naval y aérea de Diego García, isla británica en el océano Índico donde han permanecido presos yihadistas calificados de alto valor informativo para ellos, según testimonios de varios exagentes de la CIA. "Este barco está haciendo algunas cosas buenas que no puedo revelar", afirmó tras el 11-S el vicealmirante norteamericano David Brewer sobre su criatura preferida, el buque de asalto anfibio USNS Stockham.

Semanas después, en las celdas de Guantánamo, el ruso Rustam Akhmiarov y el británico Moazzam Begg recibieron confidencias de compañeros en las que les hablaron de otro limbo más oscuro, de un limbo en el mar, de cárceles flotantes peores que la base en la isla de Cuba. Y les detallaron en qué consistían "las buenas acciones" de las que habló el vicealmirante Brewer: torturas interminables a presos hacinados en las bodegas de varios barcos norteamericanos.

Begg, expreso británico, explica ahora las diferencias entre Guantánamo y una cárcel flotante: "El aislamiento es absoluto. Es el limbo de los limbos. No hay abogados ni miembros de la Cruz Roja que puedan visitarte o identificarte". Exactamente lo que le ha ocurrido al pelirrojo Mustafá Setmarian, al que nadie ha visto desde su detención en Quetta, un feudo de Al Qaeda en Pakistán.

Las fichas secretas de los 11 presos sirios en Guantánamo elaboradas por el Ejército de EE UU y a las que ha tenido acceso este periódico demuestran que las autoridades norteamericanas sí saben dónde está este presunto jefe de Al Qaeda. Los expedientes están plagados de referencias a Mustafá Setmarian, Abu Musab al Suri, su entrenador y profesor en la asignatura del terror en Afganistán, y en dos de ellas se señala que fue detenido y transferido a Siria. Es la primera vez que sale a la luz un documento oficial norteamericano en el que se recoge el paradero del hombre al que Bin Laden despidió en otoño de 2001 con un abrazo y dos besos en las cuevas de Tora Bora (Afganistán) tras encargarle el diseño de la guerra santa del futuro, según reveló el propio sirio en un manifiesto que hizo público antes de su captura en 2005.

El informe de evaluación del preso Ali Husain Shaabaan, de 29 años, uno de los discípulos aventajados de Setmarian, fechado en marzo de 2008, dice que entre diciembre de 2001 y octubre de 2005 el yihadista sirio español desaparecido trabajó "en el diseño estratégico y militar de la futura yihad. Este diseño incluía el uso de armas de destrucción masiva, tanto nucleares como químicas y bacteriológicas, así como la bomba sucia. Abu Musab al Suri fue capturado en octubre de 2005 y transferido a Siria". Esta última frase, donde se reconoce su entrega a las autoridades sirias, va acompañada de una cita en la que aparecen tres informes del FBI.

El preso Ali Husain Shaabaan estudió en una escuela de Utayba, localidad siria situada a una hora y media de Damasco; trabajó en la tienda de su padre y viajó a Afganistán atraído por la yihad, donde se alojó en una casa de huéspedes para yihadistas sirios cerca de Kabul, según ha relatado a sus interrogadores en Guantánamo. Cada tres meses recibía un sobre que contenía dinero, mientras estudiaba el Corán, le enseñaban a manejar un rifle AK-47 y a participar en operaciones suicidas. El barbudo Ali Husain se entrenó en el campo afgano de Al Ghuraba que dirigía el propio Setmarian y que estaba ocupado por sirios, en su mayoría pertenecientes a los Hermanos Musulmanes, movimiento integrista perseguido en Siria y con una fuerte implantación en numerosos países árabes. El informe del preso destaca la efervescente actividad de este campo terrorista y define a Setmarian como un estrecho asociado de Bin Laden.

En la ficha firmada por el contraalmirante de la Marina de EE UU Mark H. Buzby se lee lo siguiente: "Abu Musab al Suri (Setmarian) creó un campo para entrenar árabes. El campo se llamaba Al Ghuraba (los extranjeros) y estaba cerca de Kabul. Allí se enseñaban sistemas electrónicos y preparación de artilugios explosivos accionados a distancia... Abu Musab al Suri es un asociado a Al Qaeda, entrenador de muyahidin, un teórico del islamismo con una larga historia de apoyo a los extremistas islámicos".

La ficha de 14 folios de Masun Abdah Muhammad, de 39 años, otro discípulo del desaparecido Setmarian, está fechada en abril de 2008 y recoge parecidas referencias a la anterior, así como la afirmación de que el fundador de Al Qaeda en España fue entregado a las autoridades sirias. Masun fue entrenado en el mismo campo terrorista de Al Ghuraba al que acudieron la mayoría de los sirios recluidos en Guantánamo, casi todos miembros de una célula salafista desarticulada en Damasco. Allí encontraron un buen refugio con el amigo Mustafá.

Setmarian vivió durante más de una década en Madrid y Granada bajo la tapadera de vendedor de objetos árabes, estudió en la escuela de idiomas de Madrid y se casó con Helena Moreno. Los padres de esta se negaron a asistir a su boda en una mezquita de Madrid y les costó años recuperar la relación con su hija. En los noventa Mustafá fue vigilado por la policía, grabado en vídeo y fotografiado por sus actividades de proselitismo. "De cabello pelirrojo, 1,70 de altura, ojos verdes, barba de elegante corte, tez clara y aspecto occidental", le define un informe policial. Entonces, su redactor no imaginó que este tipo llegaría hasta la cúpula de Al Qaeda.

Mustafá, el hombre que trabajó en Londres dirigiendo la revista del Grupo Islámico Armado (GIA) a las órdenes de Abu Qutada, un palestino icono de los autores del 11-S, fue reconocido recientemente por un testigo protegido como presunto autor del atentado al restaurante El Descanso, en Madrid, en 1985, en el que murieron 18 personas. Su desaparición a manos de la CIA ha impedido que se profundice en el testimonio de esta persona herida en aquel ataque, un testigo que logró la reapertura del caso archivado hasta que se encuentre a los autores. "No tengo ninguna duda de que fue él. Lo reconocí al ver su fotografía en el periódico", afirma ahora la víctima, que perdió en el atentado a dos de las personas que le acompañaban.

La entrega secreta de Setmarian a Siria implica que se prolongará la agonía de su familia, ya que las autoridades de ese país tampoco reconocen tenerlo, pese a las reiteradas preguntas de Helena. Su silencio es igual de inquietante que el de las autoridades de EE UU. ¿Seguirá en Siria? ¿Estará vivo? No hay evidencias de nada. "Cuando llegan a Damasco, desaparecen. Lo denuncia Amnistía Internacional", advierte la esposa ceutí de Mohamed Zaher, de 43 años, un sirio residente en Granada que, tras cumplir una pena de ocho años por pertenecer a una célula yihadista, ha recibido la orden de expulsión "por razones de orden público y seguridad ciudadana". "En mi país, si entras a la cárcel ya no ves la luz, desapareces o mueres", afirma Mohamed.

¿Qué es peor: estar desaparecido en un agujero negro (cárcel secreta) como ha permanecido Setmarian o preso en Guantánamo? Jaled Seij Mohamed (KSM), de 46 años, el cerebro del 11-S, pasó por cárceles secretas de la CIA en Tailandia y Polonia hasta reaparecer en 2006 en el penal de la isla cubana. Su ficha penitenciaria no recoge la menor alusión a los interrogatorios que sufrió, al igual que las del resto de reclusos. Pero informes de la CIA aseguran que este paquistaní que se inició en la yihad con 11 años y estudió ingeniería mecánica en la Universidad norteamericana de Carolina del Norte sufrió el waterboarding (simulación de ahogamiento) 183 veces en marzo de 2003, días después de su detención en Pakistán. Supuestamente, facilitó en estos u otros interrogatorios el nombre del mensajero kuwaití que acaba de conducir hasta el refugio en Abbottabad de Bin Laden. El mujeriego Jaled, el tipo que cautivó al emir de Al Qaeda con sus terribles proyectos contra EE UU y sus aliados, sigue en Guantánamo. Su expediente en el penal no le atribuye como a la mayoría de los presos un potencial informativo, porque ha sido explotado hasta la médula.

Igual suerte corrió Abu Zubaydah, un palestino de 40 años, detenido en 2002 en Faisalabad y reaparecido en 2006 en Guantánamo después de cuatro años engullido por los agujeros negros. El tuerto Zubaydah sufrió 83 simulaciones de ahogamiento hasta que vomitó su "vasta información sobre personal de Al Qaeda, operaciones, planes, finanzas y terroristas", tal como lo valora su ficha personal, fechada en 2008, que le atribuye, al igual que a KSM, alto riesgo y valor de inteligencia.

Leon Panetta, director de la CIA, ha sugerido que la tortura a presos como Setmarian, KSM o Zubaydah ha servido para capturar a Bin Laden. "Las técnicas de interrogación coercitiva fueron empleadas contra algunos de estos detenidos. No sabemos si podríamos haber obtenido la misma información a través de otros métodos". ¿Se han incluido en esas técnicas el ahogamiento simulado?, le han preguntado a Panetta, y su respuesta fue tan escueta como rotunda: "Correcto". La duda radica en si es verdad que la pista se obtuvo mediante esas torturas o es un argumento para justificar el horror de Guantánamo.